¿Es mejor lavar los platos con agua caliente o fría?

Cuando nos enfrentamos a un fregadero lleno de platos sucios, una de las primeras preguntas que surgen es: ¿es mejor utilizar agua caliente o fría para lavar los platos?

La gente suele pensar que un buen detergente puede compensar la temperatura del agua, o que mucha espuma es sinónimo de limpieza. Pero lo cierto es que la temperatura del agua juega un papel crucial para obtener resultados óptimos.

El agua caliente, aliada contra la suciedad y las bacterias

El agua caliente es la mejor opción para lavar los platos a mano. Su alta temperatura, idealmente por encima de los 45 grados centígrados (una temperatura que resultaría incómoda para las manos desnudas al cabo de unos instantes), tiene un potente efecto desengrasante. El calor disuelve más rápidamente la grasa y la suciedad incrustada, haciendo que la limpieza sea más eficaz y rápida. Si el agua está fría, será necesario fregar con más energía y durante más tiempo para conseguir el mismo resultado.

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Además, el agua caliente ayuda a eliminar ciertas bacterias de la vajilla, garantizando una mejor higiene. La fase de aclarado también se beneficia de una temperatura más alta: el agua caliente ayuda a eliminar mejor los restos de detergente y favorece un secado más rápido sin formación de halos.

Mitos que hay que disipar

Es importante disipar algunas creencias comunes. No es cierto que un detergente que produce mucha espuma sea más eficaz. Los agentes espumantes no tienen un gran impacto en el poder de lavado del producto. Del mismo modo, aumentar la dosis de detergente más allá de lo necesario no mejora la eficacia de la limpieza y, de hecho, puede dificultar el aclarado.

Secretos para lavar los platos a mano de forma impecable

Para lavar los platos a mano con eficacia y ahorrar tiempo, conviene seguir unos sencillos pasos:

• Eliminación de restos de comida: antes de poner la vajilla en remojo, retira los restos de comida.
• Remojo para suciedad persistente: en caso de incrustaciones, remojar ollas y platos en agua tibia durante unos minutos.
• Lavado y aclarado eficaces: lava los platos en agua con el detergente correctamente dosificado y, a continuación, aclárala a fondo bajo el grifo.
• Orden de lavado: empieza por los platos menos sucios (vasos, platos) y termina por los más grasientos (ollas, sartenes).
• Protege tus manos: utiliza siempre guantes para soportar mejor el calor del agua y proteger tu piel.

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Ahorrar agua es posible

Incluso al lavar los platos a mano, es posible adoptar algunas estrategias para reducir el consumo de agua:

• Evitar cambiar el agua de lavado mientras el detergente siga siendo eficaz, aunque disminuya la espuma.
• Eliminar en la medida de lo posible los restos de comida con toallitas de papel antes de lavar.
• Lavar un pequeño grupo de platos antes de aclararlos, y evitar mantener el agua abierta durante mucho tiempo.
• Llenar el fregadero o una palangana en lugar de lavar con el agua corriendo.

Siguiendo estos consejos, lavar los platos a mano será una operación sencilla, eficaz y respetuosa con el medio ambiente.

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Sostenibilidad

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