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Cómo cultivar menta en macetas, en el balcón o en el jardín
Hogar ecológico 6 mayo 2025

Cómo cultivar menta en macetas, en el balcón o en el jardín


Cultivar menta en macetas o en el jardín es fácil: ¿cómo cultivarla, dónde colocarla, cuánto regarla y cómo protegerla de las enfermedades?
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Silvia Sanchidrián

Responsable de comunicación en Indomio España

Perfumada, fácil de cultivar e increíblemente versátil: la menta es una de las plantas aromáticas más utilizadas en la cocina y la fitoterapia. Cultivarla en casa, ya sea en el jardín o en una simple maceta en el balcón, es una actividad muy satisfactoria incluso para quienes no tienen mano con las plantas. Su crecimiento vigoroso, su rusticidad y su intensa fragancia la convierten en una opción ideal para enriquecer recetas, preparar infusiones digestivas y decorar espacios verdes. Además, es una planta perenne, que con los cuidados adecuados puede durar muchos años. Así que vamos a descubrir cómo cultivar menta en macetas, dónde colocarla, cuándo regarla y cómo propagarla.

Elegir la maceta y la tierra adecuadas para la menta

El primer paso para cultivar menta en maceta con éxito es elegir el recipiente adecuado. La menta tiene un sistema radicular muy invasivo, que tiende a expandirse rápidamente, por lo que es preferible cultivarla sola en una maceta grande con un diámetro de al menos 30 cm y una buena profundidad. También puede colocarse en macetas largas, pero es aconsejable separarla de otras plantas con barreras internas.


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La maceta debe tener un buen drenaje, por lo que es esencial que haya agujeros en el fondo y una capa de arcilla expandida o grava para evitar el estancamiento de agua, que puede dañar las raíces. La tierra ideal para la maceta es blanda, fértil y bien drenada: puede utilizarse tierra universal para macetas enriquecida con compost o humus de lombriz. Un truco útil es mezclar el sustrato con un poco de arena para facilitar aún más el drenaje.

La elección de la maceta y la tierra es crucial para garantizar que la menta tenga el espacio y las condiciones ideales para crecer sana y florecer. También es importante acordarse de trasplantar la planta cada dos o tres años, sobre todo si las raíces empiezan a salirse de los agujeros de drenaje o la planta parece crecer con menos vigor.

Exposición y riego: la cantidad adecuada de luz y agua

A la menta le encanta la luz, pero no tolera la exposición directa al sol durante demasiadas horas, sobre todo en los días calurosos. El lugar ideal para cultivar menta en macetas es un balcón o una ventana orientada al este o al oeste, donde la planta reciba luz por la mañana o a última hora de la tarde. En el jardín, puede plantarse en una zona parcialmente sombreada, protegida del sol abrasador del mediodía.

En cuanto al riego, la menta necesita un riego regular, pero sin excesos. La tierra debe mantenerse húmeda, pero no empapada: es importante esperar a que se seque la capa superior de tierra antes de volver a regar. En verano, cuando suben las temperaturas, puede ser necesario regar todos los días, mientras que en invierno el riego debe reducirse.

La menta comunica sus necesidades muy claramente: si las hojas empiezan a caerse, probablemente necesite agua; si se vuelven amarillas, puede haber demasiada humedad o un drenaje insuficiente. También hay que vigilar de cerca la presencia de moho o podredumbre, ya que indica un ambiente demasiado húmedo y estancado.

¿Cómo cuidar la menta?

La menta crece rápidamente, por lo que es importante podarla con frecuencia. Recortar las puntas ayuda a mantener la planta compacta, estimular el crecimiento de nuevos brotes y evitar la floración, que puede reducir el aroma de las hojas. La poda puede realizarse durante todo el año, pero es especialmente útil en primavera y a principios de verano. Cuando la planta empieza a florecer, se puede decidir si se deja sembrar o se cortan las flores para estimular el crecimiento vegetativo.


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La recolección de las hojas puede empezar en cuanto la planta haya desarrollado suficientes ramitas. Es aconsejable cortar sólo los extremos, dejando siempre algunos nudos de hojas en la planta para favorecer la regeneración. Las hojas frescas pueden utilizarse inmediatamente en la cocina o secarse a la sombra para conservarlas durante más tiempo.

La menta se propaga fácilmente por esquejes: basta con coger una ramita sana, de al menos 10 cm de largo, quitarle las hojas de la base y colocarla en un vaso de agua. Al cabo de una semana, cuando haya enraizado, se puede trasplantar a una maceta con tierra nueva. Otro método eficaz es la división de las cabezas: en primavera u otoño, se saca la planta de la maceta y se divide en varias porciones, cada una con raíces y hojas, que se replantarán por separado.

Plagas y enfermedades de la menta

Aunque la menta es una planta bastante resistente, puede ser atacada por algunas plagas como los pulgones, la araña roja de la menta y las larvas de menta. En caso de infestaciones leves, se pueden utilizar remedios naturales como el macerado de ajo, el jabón de Marsella diluido o la decocción de cola de caballo. Siempre es mejor intervenir pronto para evitar que la infestación se extienda y debilite la planta.

Otros problemas frecuentes son el moho gris (Botrytis), que se manifiesta en forma de pátina polvorienta en las hojas, o la podredumbre de las raíces por exceso de riego. Para prevenir estas enfermedades, es importante garantizar un buen intercambio de aire, evitar el estancamiento de agua y no regar las hojas directamente. También es útil rotar la maceta periódicamente para garantizar una exposición uniforme a la luz.

Con medidas sencillas y cuidados regulares, la menta puede convertirse en una presencia permanente y generosa en el espacio verde doméstico, enriqueciendo la vida cotidiana con fragancia, sabor y belleza.

Cómo utilizar la menta en la cocina

En la cocina, la menta es una de las hierbas más versátiles y apreciadas. Sus hojas frescas se prestan a muchos usos, desde bebidas a platos salados y dulces. Es un ingrediente esencial en el té de menta marroquí, la limonada casera y los cócteles veraniegos como el mojito.

En la cocina mediterránea, acompaña platos de verduras, legumbres y ensaladas de cereales como el cuscús y el tabulé. Pero también tiene cabida en la preparación de postres, helados, sorbetes y siropes. Su aroma fresco da un toque vivo a los platos, equilibrando los sabores fuertes y refrescando el paladar.


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Las propiedades beneficiosas de la menta

Además de su intenso y agradable aroma, la menta posee numerosas propiedades beneficiosas para el organismo.

Es conocida por sus virtudes digestivas, gracias a la presencia de mentol, que relaja los músculos del tracto intestinal y ayuda a aliviar la hinchazón y los calambres. También es útil contra las náuseas y los dolores de cabeza, sobre todo cuando se utiliza en forma de tisana o aceite esencial. La menta también tiene efectos refrescantes, antisépticos y ligeramente analgésicos, hasta el punto de que se utiliza en productos de higiene bucal, bálsamos y ungüentos. Por su acción tonificante y estimulante, es ideal en momentos de fatiga o estrés.

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