
Colaboradora Externa de Indomio.es/news
En España, la duración mínima de un contrato de alquiler depende de si el arrendador es una persona física o una empresa. La Ley de Arrendamientos Urbanos regula estas condiciones para proteger a ambas partes. Conocer estos aspectos, junto con los puntos que no pueden faltar en un contrato de alquiler, ofrece mayor seguridad y claridad durante el alquiler.
Cuando se alquila una vivienda, uno de los temas más importantes es saber cuánto tiempo puede durar como mínimo ese contrato. Esta duración depende principalmente de quién alquile el piso (una persona o una empresa) y bajo qué régimen esté regulado.
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Cuando el arrendador es un particular, el contrato de alquiler debe durar al menos cinco años según la Ley de Arrendamientos Urbanos, garantizando estabilidad al inquilino (siempre que hablemos de un alquiler de vivienda habitual y no de alquileres temporales o vacacionales). Si el contrato es por menos de cinco años, se renovará automáticamente hasta alcanzar ese período, a menos que el inquilino avise con antelación su intención de no continuar (salvo que se trate de un contrato firmado antes de la última Ley de Vivienda).
Si el arrendador es una empresa o entidad, el contrato debe tener una duración mínima de siete años, lo que brinda mayor protección al inquilino. Esta medida busca evitar cambios bruscos, ya que las entidades suelen ser menos flexibles que los particulares. Tras esos siete años, se pueden aplicar prórrogas anuales.
Cuando el contrato de alquiler llega a su fin, es importante entender cómo funcionan las prórrogas y renovaciones. Estos términos son esenciales para mantener la relación de alquiler si ambas partes quieren seguir adelante. Conocer cómo se aplican te ayudará a gestionar todo de manera más sencilla.
La prórroga automática permite extender el contrato de alquiler si nadie expresa lo contrario. Cuando el arrendador es una persona física, puede alargarse hasta tres años más tras los cinco iniciales. Si no se dice nada, la prórroga se considera tácita y el contrato sigue vigente.
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Renovar el contrato implica que ambas partes se ponen de acuerdo para seguir con la relación de alquiler, ya sea con las mismas condiciones o con algunas modificaciones. Esto puede implicar un ajuste en el precio del alquiler o la revisión de otras cláusulas.
Si llega la fecha de vencimiento y nadie ha expresado deseo de no renovarlo, el contrato se prorrogará automáticamente. Esto significa que la relación sigue sin necesidad de hacer nada. Para el inquilino, es una forma de evitar mudarse a última hora, y para el arrendador, asegura que seguirá recibiendo ingresos de forma continua.
Para finalizar un contrato de alquiler, tanto inquilino como propietario deben seguir ciertos pasos. El inquilino puede desistir tras seis meses, siempre que avise con al menos 30 días de antelación. Por su parte, el arrendador debe notificar con dos meses de antelación y justificar la necesidad de recuperar la vivienda (y solo podrá hacerlo en casos determinados, salvo que hayan pasado los 3 ó 5 años iniciales). Estos procedimientos garantizan una salida justa y ordenada para ambas partes.