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Responsable de comunicación en Indomio España
Olvídate de las relucientes aceras del Broadway neoyorquino. En el lado opuesto de América, a lo largo de las orillas doradas y VIP de San Francisco, ese nombre evoca el sonido sordo de los pasos de los guardias y el tintineo metálico de las llaves. El largo y oscuro pasillo central de la prisión más temida de Estados Unidos se llamaba «Broadway»: Alcatraz, la isla-fortaleza que durante décadas representó la otra cara del sueño americano. Un lugar aislado, pero visible desde tierra firme, a sólo dos kilómetros de la costa californiana, que a veces desaparecía en el horizonte envuelto en las brumas de la bahía de San Francisco.
Antes de convertirse en prisión federal, Alcatraz fue una fortaleza militar y un faro inexpugnable. Entonces, entre sus frías celdas se encerraban celebridades del mundo criminal, como Al Capone y Frank Morris. Hoy, Alcatraz es un museo al aire libre, con uno de los oasis más ricos en aves marinas. Para entender lo que representa la prisión más famosa del mundo, hay que empezar desde lejos.
Alcatraz es sin duda la prisión más popular del mundo, hecha famosa por numerosos documentales, películas, libros, canciones y géneros musicales. Ninguna otra prisión ha logrado grabarse con tanta fuerza en el imaginario colectivo mundial.
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El apodo de «The Rock» (La Roca) resume su esencia: un lugar inaccesible, una fortaleza inexpugnable reconvertida en el siglo XX para albergar a los criminales más peligrosos de Estados Unidos.
La isla de Alcatraz se encuentra a unos 2 km de la costa de San Francisco, California. Rodeada por las gélidas aguas del océano Pacífico, se consideraba imposible abandonarla. Su aislamiento natural la convertía en el lugar ideal para una penitenciaría federal de máxima seguridad.
Sin embargo, no faltaron historias de audaces fugas, hasta el punto de inspirar una de las obras maestras del cine: «Fuga de Alcatraz», película que recaudó más de 60 millones de dólares. «Un tenso y duro retrato de la vida en prisión», la calificó el famoso crítico Roger Ebert. Un lugar singular que hoy se puede visitar.
La isla de Alcatraz fue cartografiada por primera vez en 1775 por el explorador español Juan Manuel de Ayala. Debido a su situación estratégica, al principio se utilizó como fortaleza militar. La estructura se fue ampliando y modernizando gradualmente, hasta que en 1912 se convirtió en una nueva prisión con 600 celdas. Sin embargo, no fue hasta 1934 cuando se convirtió en una prisión federal de alta seguridad, destinada a albergar a los delincuentes más peligrosos y a los presos con conductas problemáticas de otras prisiones.
El 11 de agosto de 1934, los primeros 137 presos fueron trasladados a Alcatraz desde la penitenciaría de Leavenworth, Kansas. Entre los reclusos más famosos se encontraban el capo Al Capone, George «Ametralladora» Kelly, el famoso «ornitólogo de Alcatraz» Robert Stroud y Alvin «Creepy» Karpis, el único criminal de la época designado «Enemigo Público nº1» por el FBI.
El funcionamiento de la prisión era extremadamente caro, con unos costes de mantenimiento tres veces superiores a los de otras prisiones federales. Además, la continua exposición al aire salino de la bahía provocó un rápido deterioro de las instalaciones. Estos factores llevaron al cierre definitivo de la prisión el 21 de marzo de 1963.
El nombre de Alcatraz procede de la palabra española «alcatraces«, que significa «pelícanos» o, más en general, «aves marinas». En la época colonial fue el explorador español Juan Manuel de Ayala quien utilizó por primera vez el término «La Isla de los Alcatraces» en referencia a las numerosas colonias de pelícanos que anidaban allí.
Más tarde, el nombre se trasladó a la isla que hoy conocemos como Alcatraz, por lo que el término arraigó en la toponimia y sobrevivió incluso después de la transición al control estadounidense, convirtiéndose en el identificador oficial de la isla y de la penitenciaría que se construiría allí más de un siglo después.
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Alcatraz tenía 348 celdas estándar, 36 de segregación y 6 de aislamiento, distribuidas en cuatro bloques asignados respectivamente a las letras del alfabeto A, B, C y D. Las celdas eran estrechas, de 2,7 x 1,5 metros, y con un mobiliario mínimo. El bloque D, conocido como «Unidad de Tratamiento», albergaba «El Agujero«, es decir, celdas de castigo sin luz, frías e inhumanas.
Los pasillos llevaban cínicos apodos de famosas calles estadounidenses: Broadway, Michigan Avenue, Park Avenue. La isla también albergaba una cocina, un hospital, una biblioteca con 15.000 volúmenes e incluso una banda de música de la prisión.
La vida en la prisión estaba marcada por estrictas normas. Despertarse a las 6.30, desayunar a las 6.55, trabajar de 7.30 a 16.15 y comer y cenar en el comedor. Los prisioneros eran contados hasta 13 veces al día. El silencio era obligatorio, al menos hasta los años 50, cuando al menos se les permitía hablar en voz baja.
Al fin y al cabo, una conducta impecable era la única forma de obtener «privilegios», entre ellos poder tocar instrumentos, leer libros censurados, trabajar en la lavandería o en los talleres.
En 29 años de funcionamiento del centro penitenciario, se registraron 14 intentos de fuga por parte de 36 reclusos. El más famoso es el del 11 de junio de 1962, relatado en la película «Fuga de Alcatraz», protagonizada por Clint Eastwood. Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin cavaron un túnel con cucharas, construyeron cabezas falsas para engañar a los guardias y saltaron al mar en una balsa con chaquetas impermeables.
Nunca fueron encontrados y estaban oficialmente desaparecidos, aunque una foto aparecida en 2013 los mostraría en Brasil en 1975. Pero esta es solo una de las muchas historias de este lugar.
Las historias relacionadas con Alcatraz han inspirado novelas, películas, series de televisión y teorías paranormales. Mark Twain lo describió como «frío como el invierno incluso en verano». Se cuentan historias de espíritus inquietos y presencias oscuras en las celdas. Como ya se ha mencionado, la prisión ha acogido a celebridades como George «Machine Gun» Kelly, Bumpy Johnson, Mickey Cohen y el ornitólogo Robert Stroud. Este último fue condenado por asesinato y durante su largo encarcelamiento se hizo famoso por su inteligencia, su carácter complejo y su talento autodidacta para la ornitología.
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Durante su estancia en Leavenworth, empezó a tratar y criar pájaros en su celda, sobre todo canarios, y llegó a publicar dos libros científicos sobre el tema de las enfermedades de las aves. En 1942 fue trasladado a Alcatraz, donde, sin embargo, se le prohibió criar pájaros, ya que la prisión no permitía este tipo de actividades personales. Aquí vivió aislado casi por completo durante 17 años, primero en el bloque D y después en el hospital de la prisión, debido a su estado de salud.
Su figura se idealizó en la película «Birdman of Alcatraz» (1962), protagonizada por Burt Lancaster. Sin embargo, la versión cinematográfica lo retrata de forma más positiva que en la realidad. Stroud era considerado peligroso e impredecible. Murió en 1963 tras 54 años en prisión, 42 de ellos en régimen de aislamiento, convirtiéndose en un símbolo de las contradicciones de una América talentosa y criminal.
La prisión se cerró en 1963, cuando Robert Kennedy, entonces Fiscal General, decretó su clausura debido a unos costes insostenibles. Desde entonces, la isla está bajo el control del National Park Service y se ha convertido en un museo.
Para llegar a Alcatraz hay que embarcar en los transbordadores oficiales que salen del muelle 33, a lo largo del Embarcadero de San Francisco, entre Bay Street y Sansome Street, y que son operados exclusivamente por la compañía Alcatraz City Cruises, en colaboración con el National Park Service.
El paseo en barco dura unos 15 minutos y ofrece vistas espectaculares de la bahía y del Golden Gate, uno de los puentes más bellos del mundo. Los recorridos estándar incluyen la entrada a la penitenciaría, mientras que quienes deseen una experiencia más intensa pueden reservar el recorrido nocturno, que permite explorar la isla al atardecer.
Nada más desembarcar en la isla, se entra en un recorrido obligatorio que pasa por los lugares emblemáticos de la antigua penitenciaría. Comienza en el bloque de celdas, donde una audioguía te acompaña por el pasillo apodado Broadway, entre las celdas estándar, las de segregación y el inquietante «Agujero», de aislamiento más duro e inhumano.
La visita continúa en la cantina, una de las zonas más vigiladas de la prisión, luego la biblioteca, el patio de recreo y el hospital, que aún conserva instrumental médico y siniestros recuerdos. También están las cabezas falsas utilizadas en la famosa fuga de 1962, que pueden verse en las celdas originales, y la cocina, con cuchillos dibujados en las paredes para detectar inmediatamente cualquier desaparición.
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En el exterior, puedes explorar los restos del Fuerte de Alcatraz, la torre del faro, los jardines históricos con especies de flores exóticas y las impresionantes vistas de la bahía de San Francisco.
Toda la isla forma parte ahora del Área Recreativa Nacional del Golden Gate y es un importante hábitat protegido para aves marinas, como cormoranes y gaviotas occidentales.
En tierra firme, antes o después de tu salida en ferry, puedes explorar atracciones como el popular centro comercial Pier 39, el animado barrio de Fisherman’s Wharf, el Aquarium of the Bay o simplemente pasear por la costa observando los leones marinos y las vistas de Alcatraz desde tierra.
Los que dispongan de más tiempo también pueden combinar la excursión con una visita a la cercana Angel Island, rica en naturaleza e historia militar, disponible en paquetes de temporada.
Sólo se puede acceder a Alcatraz en ferry desde San Francisco. El precio de las entradas comienza en unos 45$ para adultos y varía en función del tipo de visita elegida: diurna, nocturna o combinada.
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La visita dura unas 2-3 horas e incluye el paseo en barco y el acceso a las principales instalaciones. Se recomienda reservar con bastante antelación, sobre todo durante los meses de verano.
Para los amantes de las emociones fuertes, la arquitectura y el misterio, Alcatraz es una visita obligada. Cada paso resuena en los pasillos desiertos, cada detalle (catres oxidados, una taza de hojalata, una pared desconchada) habla del peso del encarcelamiento.
Visitar Alcatraz es un viaje al pasado, pero también a las preguntas aún abiertas sobre la humanidad. La atmósfera para quienes desembarcan en la isla sigue anclada en un pasado nunca olvidado, que parece rondar como un fantasma.
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